Durante los años 70, la economía de la región atrajo a muchos oportunistas a Uruguay. Las instituciones estaban en bancarrota; había un gobierno militar; los subversivos estaban tras las rejas y, para los sectores de baja reputación de las economías de Brasil y Argentina, el mercado financiero uruguayo parecía el lugar ideal para hacer desaparecer el dinero. Así es como Humberto Brause comienza una meteórica carrera en la compra y venta de divisas extranjeras, patrocinado por su propio suegro, un veterano en el negocio de la fuga de capitales. Ciego por su excesiva ambición, Humberto se lleva por delante a todo aquel que se cruce en su camino. Consigue hacerse cargo del negocio familiar y acepta una sospechosa tarea: lavar la cantidad de dinero más grande que ha visto en su vida.