Las pasión de Pedro por el fútbol sobrepasa la de la mayoría de los mortales: es un adicto total al fútbol, una pasión que está arruinando su vida matrimonial. Tanto que Verónica, su mujer, comienza a ver insostenible el que su marido dedique la mayor parte de su tiempo al fútbol y nada a la pareja. Cuando encima un día Pedro es despedido del trabajo por ver un partido de fútbol durante el horario laboral, el asunto adquiere tintes de tragedia. Así que Verónica da un ultimátum a su marido: si Pedro quiere volver con ella, deberá elegir entre los dos y rehabilitarse de su adicción.