En otoño de 1981, Tina Turner concedió una entrevista al editor musical de la revista People. Cinco años antes, se había divorciado de Ike Turner, su marido y compañero musical durante 16 años, y casi nadie sabía por qué. La historia que contaba era un relato desgarrador de los abusos y las torturas que había vivido y la huida literal que hizo una noche tras años de malos tratos. El artículo sería el primero de muchos perfiles que cimentarían la imagen de Tina como heroína. Su relato personal, junto con su innegable talento, alimentaría uno de los regresos más improbables de la historia de la música. A medida que su fama crecía, también lo hacía su identidad como símbolo cultural. Tina proyectaba fuerza y resistencia a sus millones de fans de todo el mundo y, sin embargo, detrás de esa cara pública se escondía una mujer que seguía luchando por liberarse del pasado.